
Cuando empecé mi proyecto aquí en Ciudad Real, sabía que iba a enfrentarme a algunos retos: cambiar totalmente de estilo de vida, pasando de una rutina diaria repetitiva a una más dinámica, la barrera del lenguaje, el hecho de integrarse en un entorno del que no sabía mucho y el hecho de no saber con quién iba a compartir piso y lugar de trabajo. Además, el hecho de cambiar totalmente de tipo de trabajo, pasando de una oficina donde no veía nada más que máquinas y metal, a un sitio donde, como imaginaba, estoy siempre rodeado de personas, compañeros de piso, de trabajo o usuarios.
Al principio de mi SVE, estaba acostumbrado a una manera de aprendizaje básicamente basada en la teoría, mucha teoría. Veía la escuela y el mundo laboral como dos cosas distintas: en la primera memorizar y aprender, en el trabajo trabajar, o sea producir, según tu conocimientos y capacidades.
Aquí, en el trabajo, estoy pensando y haciendo de manera muy diferente de antes; desde la realidad surge la necesidad de teoría y conocimiento y la teoría, a su vez, cumple una implementación casi inmediata, dando pronto resultados concretos.
Cuando preparo con mis compañeras de trabajo las actividades para el hospital por ejemplo, nos ponemos a analizar, diseñar y ejecutar la solución más adecuada para abordar el reto planteado. Esto exige un comprensión más profunda del tema en el que se basan tales retos. Así que aprendemos lo que creemos más interesante y/o más útil para el éxito de las actividades y para nosotros también. En todo lo que hacemos puedo ver una conexión entre teoría y práctica y eso ¡motiva mucho!

Además, he aprendido a valorar el trabajo en equipo. Que no significa que cada uno hace cosas diferentes para lograr un objetivo común, sino ofrecer conocimientos, experiencias e ideas distintas, debatirlas juntos y obtener la mezcla mejor para los retos que nos hemos puesto.
Cada persona tiene su manera de pensar, de sentir emociones y forma de expresarse, necesita su tiempo y entorno óptimo para poder participar al máximo en un trabajo o en cualquier tipo de actividad grupal. Pues la llave, o una de las llaves, que permite de reforzar la cohesión del equipo es la comunicación. Una vez entendido esto, empecé a documentarme sobre ese tema y a enfrentarme a mi equipo de manera un poco diferente y en poco tiempo, ¡tuvimos resultados muy positivos!
Otra cosa donde he y estoy aprendiendo mucho es compartiendo la vivienda. Compartir piso con personas de diferentes países europeos creo que no solo es sea una gran suerte, porque da la posibilidad de aprender algo sobre otras culturas directamente de personas nativas. Al principio quería aprovechar de esta oportunidad para conocer diferentes costumbres, maneras de pensar y vivir y quizás cambiar algo en mi. ¿Qué pasó? Más allá de esto, entendí que ¡no me conocía tan bien a mi mismo! Quiero decir, que gracias a unos conflictos que pasaron, me encontré cuestionando algunas certezas que tenía, de las que nunca había dudado porqué nunca me había enfrentado realmente a situaciones parecidas.
Por fin, esta nueva (para mi) manera de relacionar retos y aprendizaje, me ha llevado a valorar mucho más dos “palabras mágicas”: flexibilidad y actitud. Flexibilidad es la capacidad de adaptarse rápidamente a las circunstancias, los tiempos y las personas, para que podamos rectificar oportunamente nuestra actitud y punto de vista para lograr una mejor convivencia y entendimiento con los demás.
Y tu, ¿Qué opinas?