Hola a todos! Me llamo Manuel, tengo 30 años, nací y viví toda la vida en un pequeño pueblo de Italia. Conseguí una formación de tipo técnico/científico y hasta hace unos meses trabajé en una empresa de mecánica, en el sector de la calidad. Éste es un sector que tiene muy buena fama y donde hay buenos salarios, hasta el punto de que muchos colegas y amigos me envidiaban un poquito; además tenía horario flexible de solo 30 horas por semana, cosa que creo mejora mucho el estilo de vida de una persona.
Viví en una hermosa casa con dos queridos amigos y mis padres vivieron cerca de mí. Tenía amigos con los que debatir y salir de fiesta, un coche para ir donde quería, un televisor tan grande que el salón parecía una sala de cine, ¡todos los deseos que tenía se cumplían! Bueno, casi todos…

Aunque tenía una situación estable en la que me sentía bien, me faltaba algo: una cosa que nunca había hecho en mi vida, vivir durante un largo periodo de tiempo en el extranjero. Siendo sincero, a veces me sentía triste por mi trabajo, porque a pesar de las excelentes condiciones que tenía, recibía cada día menos estímulos y no me sentía satisfecho a nivel personal. Creo que es una cosa normal cuando te acostumbras a hacer las mismas cosas todos los días, sobretodo cuando trabajas como asalariado.
Entonces decidí que era el momento de hacer un cambio, pensé mucho, hablé con las personas en las que tenía más confianza y llegué a tres conclusiones. Primera, mudarme a Australia con un amigo que iba a viajar justo en ese momento; ¿para hacer qué? Bueno, lo que “hacen todos”: trabajar en una granja, obtener el visado, ganar dinero para viajar y mejorar el inglés. Segunda, mudarme a Barcelona, ciudad que amo y donde tengo un querido amigo que me habría acogido y ayudado los primeros días a buscar casa y trabajo (creo que es muy importante tener contacto con alguien cuando te mudas) y, tercera, buscar un proyecto SVE.
Insisto, pensé mucho tiempo en este cambio radical y cuál sería la mejor de las tres opciones. Finalmente elegí con seguridad la tercera, la razón es muy simple: Barcelona y Australia resolvían mi inquietud de poder tener la experiencia de vivir en extranjero, pero no me garantizaban resolver el problema del trabajo, es decir, no sabía cómo ocuparía mi precioso tiempo en mi nuevo hogar. Quería trabajar en lo social, pero no es fácil empezar en un nuevo ámbito de trabajo cuando no tienes formación o experiencia.

Así que me puse a buscar un proyecto que pudiera satisfacer todas mis necesidades y buscando, me surgieron otras preguntas: ¿Qué voy a hacer y dónde? Si el “qué” ya lo sabía (siempre he querido trabajar con niños o jóvenes), el “dónde” me generaba otras tres opciones: cerca del mar, en una capital europea o en algún lugar de España, país al que amo y quiero conocer mejor. Esta duda fue más fácil de solucionar por la escasez de proyectos que hay en ciudades cerca del mar y también pensé que me integraría más fácilmente en una pequeña ciudad que en una grande.
Envié mi documentación a una docena de proyectos y afortunadamente me pidieron una entrevista precisamente los que tenían los proyectos que más me gustaban, aunque son de una ciudad que no conocía pero me inspiró confianza. Unos días después me escribieron diciéndome que me habían elegido a mí, ¡fue uno de los mejores días de mi vida!